No hay mejor nutrición para un bebé recién nacido que la leche de su mamá. Y, en este sentido, la hidratación será determinante para que quienes amamantan puedan reponer el líquido que supone la producción de la leche.

Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el 88% de la leche materna es agua, razón por la cual durante los primeros seis meses de vida los bebés sólo toman leche, ya que con ella se alimentan y se hidratan. En este sentido, esta entidad aconseja a las mujeres que están amamantando incrementar su consumo diario de agua: a los dos litros que, normalmente, una mujer debe tomar por día, deberían agregar unos 750 mililitros, lo que supone cerca de tres litros diarios.

Tomar agua es una tarea fundamental durante la lactancia.

Según un informe de Academia H4H, una comunidad global formada por profesionales y científicos con un interés común en la salud y en la hidratación, la producción de leche materna aumenta progresivamente a lo largo de la lactancia, llegando a 750 mililitros por día durante seis meses después del parto. Esta cantidad equivale al incremento de consumo de agua diario que las mamás deben realizar para mantener el equilibrio hídrico.

El agua en la leche

Si tenemos en cuenta una sola toma, la leche que sale al principio tiene un mayor contenido en agua y mantiene al bebé hidratado, mientras que la leche del final de la toma contiene de dos a tres veces más grasa que la leche del principio.

No existen datos científicos que indiquen que una menor ingesta de líquidos por parte de la madre afecte al volumen de leche producida. De hecho, los bebés reciben los nutrientes y el agua que necesitan, a veces en detrimento de la madre, que sí puede correr riesgo de deshidratación. Es por ello que tomar agua es una tarea fundamental durante la lactancia.

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